Sus posibilidades de supervivencia se estimaban en solo un 20 %, pero los médicos lograron obrar un milagro y separar a las hermanas

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😱😵Sus posibilidades de supervivencia se estimaban en solo un 20 %, pero los médicos lograron obrar un milagro y separar a las hermanas. Hoy, años después, esas niñas corren, ríen y van a la escuela.

Cuando nacieron las pequeñas gemelas siamesas, los médicos no creían que sobrevivirían. Sus posibilidades de supervivencia eran de solo un 20 %.

Inmediatamente después del nacimiento, las gemelas quedaron bajo la vigilancia constante de los especialistas del hospital infantil. Allí comenzó una larga preparación para una operación que podía convertirse tanto en un milagro como en una tragedia.

Y después de casi un año, tras meses de espera, comenzó la operación, que duró 26 horas. Cuando todo terminó, los médicos registraron por primera vez dos pulsaciones infantiles separadas.

😲😮Hoy, años después, esas niñas corren, ríen y van a la escuela, tomadas de la mano no porque tengan que hacerlo, sino porque quieren hacerlo.

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Cuando las pequeñas Knataly Hope y Adeline Faith nacieron en Texas en la primavera de 2014, los médicos apenas creían que sobrevivirían. Las niñas eran gemelas siamesas — un solo cuerpo, dos corazones y un camino compartido a lo largo de la vida.

Sus posibilidades de supervivencia eran solo del 20 %. Por eso sus padres les dieron nombres con un profundo significado: Esperanza y Fe.

Justo después de nacer, las gemelas fueron puestas bajo la vigilancia constante de los especialistas del Hospital Infantil de Texas. Allí comenzó una larga preparación para una operación que podía convertirse tanto en un milagro como en una tragedia.

Durante meses, los cirujanos estiraron la piel del pecho y el abdomen de las niñas, creando una reserva de tejido para poder cerrar sus cuerpos después de la separación.

Y así, en febrero de 2015, tras meses de espera, comenzó la operación maratónica que duró 26 horas. En la sala — veintidós cirujanos, seis anestesiólogos y ocho enfermeras.

Usando un modelo 3D del cuerpo de las niñas, el equipo separaba milímetro a milímetro los órganos, corazón de corazón, vida de vida. Cuando todo terminó, los médicos registraron por primera vez dos pulsaciones infantiles separadas.

Hoy, años después, esas niñas corren, ríen y van a la escuela, tomadas de la mano no porque tengan que hacerlo, sino porque quieren hacerlo.

Knataly es enérgica e inquieta, Adeline es tranquila y dulce. Aún siguen en terapia, pero cada paso que dan es un recordatorio de que lo imposible es posible.

La madre de las niñas, Elys Mata, no puede contener las lágrimas:

«Alguna vez dudé de que fueran lo suficientemente fuertes… Ahora las miro y no entiendo cómo pude dudarlo. Son un milagro creado por la fe, la ciencia y el amor.»

La historia de las gemelas Mata se ha convertido en un símbolo de que la esperanza realmente cura, y de que la medicina puede no solo dar vida, sino también dividir un solo corazón en dos y mantener ambos latiendo.

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El Lindo Rincón