Mientras yo estaba de vacaciones mi vecino colocó una valla en mi terreno y bloqueó mis ventanas

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🧐Mientras yo estaba de vacaciones, mi vecino colocó una valla en mi terreno y bloqueó mis ventanas. Recibió lo que se merecía.🤨

😲Después de una semana inolvidable en la costa con sus hijos, Catalina jamás imaginó la desagradable sorpresa que la esperaría al volver a casa.

Frente a sus ventanas se alzaba ahora una alta valla de madera que arruinaba completamente la vista. Durante su ausencia, su nuevo vecino, Jeffrey, había instalado la estructura sin permiso, invadiendo parte de su terreno.

— Mamá, ¿dónde están los árboles? — preguntó Liam con asombro, mirando por la ventana.

El corazón de Catalina se llenó de rabia. Entendió enseguida que su vecino había aprovechado su ausencia para imponer sus propias reglas. Pero ella no pensaba quedarse de brazos cruzados.

Antes del viaje, ya habían hablado. Jeffrey se presentó con unos documentos:

— Voy a colocar una valla en el límite de los terrenos. Los antiguos propietarios me dieron su aprobación.

— Pero ahora la casa es mía — respondió Catalina con firmeza — y yo no estoy de acuerdo. Esa valla nos quitará luz y espacio.

Parecía haber cedido… pero decidió actuar por su cuenta. Ante lo inevitable, Catalina supo que tenía que contraatacar. Y se le ocurrió un plan. Uno muy original.

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Esa misma noche, cuando los niños dormían, fue a una tienda de mascotas.

— ¿Tienen algo con un olor fuerte que atraiga a los animales? — preguntó al vendedor.

— Tenemos un cebo para entrenamiento de perros. Es bastante potente, — dijo con interés.

— Perfecto. Justo lo que necesito, — respondió Catalina, imaginando el desenlace.

Durante las noches siguientes, mientras la ciudad dormía, aplicó el cebo a lo largo de la valla. El olor empezó a atraer animales de todo tipo — perros callejeros, zorros e incluso algunos mapaches. Algunos dejaron “regalitos” bastante olorosos.

Pocos días después, Catalina oyó a Jeffrey maldecir mientras intentaba limpiar la valla. Pero ya era tarde: el olor estaba impregnado.

Los vecinos empezaron a quejarse. Un día, la señora Thompson llamó a su puerta:

— ¡Hay un olor insoportable en tu jardín! ¿Qué está pasando?

— Estoy intentando solucionarlo… — respondió, avergonzado.

Incluso Liam y Chris se quejaban. Pero Catalina sabía que todo iba según el plan.

Poco después, escuchó voces y martillazos: estaban desmontando la valla. ¡Victoria!

Mientras regaba el jardín, Jeffrey se acercó con expresión arrepentida.

— Catalina… me equivoqué. Lo siento. No debí construir sin tu consentimiento.

— Disculpas aceptadas, — respondió ella con calma. — Espero que ahora entiendas que respetar los límites es fundamental para una buena convivencia.

Desde entonces, su relación mejoró. La valla desapareció, y Catalina demostró que hasta en las situaciones más difíciles, con creatividad y firmeza, se puede hacer justicia.

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