«¡Me casaré con la primera que entre por esa puerta!» — declaró el dueño de la empresa

Vibras Positivas

«¡Me casaré con la primera que entre por esa puerta!» — declaró el dueño de la empresa. Pero se quedó literalmente paralizado de terror cuando la puerta se abrió…😲

«¡Me casaré con la primera que entre por esa puerta!» — dijo Alex Carter, jugando nerviosamente con un botón de la manga. Intentaba ocultar el pánico, pero todo su ser gritaba: el fin está cerca.

En su día, su nombre resonaba en el mundo de la moda. Hoy — un contrato del que dependía el futuro de la marca. Una sola firma podía devolver la vida a la empresa… pero había un problema. Los posibles socios sólo reconocían a los «familiares» — con esposa o al menos prometida. Los solteros como él no tenían lugar allí.

La oficina se sumió en un silencio opresivo. Incluso el aire acondicionado parecía apagado. A su lado estaba su viejo amigo y adjunto, Mark Thompson, con una calma a medio fingir.

— Alex, eres un verdadero dramaturgo. ¿De verdad crees que el contrato se escapará por falta de anillo? Invéntate una historia, encuentra una actriz…

Pero Alex negó con la cabeza. Su voz sonó como una sentencia:

— No. Me casaré. Con la primera que entre por esa puerta.

— Estás loco… — rió Mark con voz ronca. — Espero que sea la señora de la limpieza Gloria. Lleva tiempo mirándote

Alex sólo se encogió de hombros. Había desafiado al destino — y el destino no tardó en responder.

Se escuchó un golpe.

Ambos se quedaron inmóviles. Los corazones empezaron a latir con ritmo nervioso. El golpe se repitió. Mark susurró:

— Parece que tu «esposa» ha llegado…

😱 La puerta chirrió y se abrió… Alex palideció de miedo, y el rostro de Mark se deformó de la sorpresa. Lo que vieron no cabía en ningún marco.

Continuación — en el primer comentario👇

La puerta se abrió y en el umbral apareció… no una belleza brillante con vestido de diseñador. Entró con inseguridad una chica con mirada apagada, vestido raído y mochila desgastada a la espalda.

Sus zapatos estaban destrozados, el pelo recogido en un moño descuidado, y el rostro — sin una pizca de maquillaje.  Parecía que no había venido a una oficina de moda, sino a pedir refugio.

Mark apenas pudo contener la risa, lanzando una mirada a Alex. Este se quedó paralizado. Esperaba a cualquiera — ex-miss, ambiciosa mujer de carrera, otra cazadora de estatus. Pero no a ella.

— Disculpe… vengo a la entrevista. Me enviaron la dirección por correo electrónico — dijo en voz baja la chica.

Alex se acercó. Su voz era frágil pero firme. De repente dijo:

— Te contrataré… pero con una condición. Tendrás que hacer de mi prometida temporalmente. Es importante para el futuro del acuerdo. Recibirás sueldo y una recompensa adicional si todo sale bien.

La chica lo miró atónita.

— ¿Disculpe? ¿Es… una broma?

— No. Hablo en serio. Las condiciones son simples.

Quiso irse. Con el mentón en alto ya se dirigía hacia la manilla de la puerta… pero se detuvo. Ante sus ojos apareció la imagen de su madre, tendida en la cama. Sin medicinas. Sin cuidados. Sin esperanza. Necesitaba ese trabajo para sobrevivir. Y en casa nadie más ganaba dinero.

— ¿Cuál es la condición? — exhaló.

Un par de días después la vistieron, le hicieron un peinado y un maquillaje ligero. Alex no podía creer lo que veía. Ante él había una mujer completamente diferente — refinada, dulce, hermosa. Pero sobre todo — auténtica.

En la reunión con los socios se mostró tranquila y segura. No se adelantó, no mostró nada ostentoso. Pero precisamente su sencillez, inteligencia y sinceridad conquistaron a todos. Especialmente a Alex.

El contrato fue firmado. Los socios, satisfechos y convencidos de la sinceridad de la relación, le estrecharon la mano.

Pero Alex apenas escuchó las felicitaciones. Miraba a la chica que al principio había tomado por un juego temporal. Y ahora temía dejarla ir.

Por primera vez en su vida tenía a alguien a su lado que no buscaba beneficio, fama ni una fachada brillante. Sólo luz, bondad y amor.

Y comprendió: no era parte del trato. Era aquello con lo que ni siquiera se atrevía a soñar…

Calificar artículo
El Lindo Rincón