La silla que nadie notó se convirtió en la protagonista de la sala—Así lo hicimos
😲 Los muebles de décadas pasadas fueron hechos para durar. Muchas familias aún conservan piezas de los años 70 y 80—o incluso anteriores—que han resistido el paso del tiempo. Mi suegra tenía dos sillas así. 🧐👇
☺️ Ya había restaurado una, pero en lugar de usarla todos los días, la colocó en el pasillo, casi como una pieza de museo. Mientras tanto, seguía sentándose en la gemela desgastada mientras veía la televisión. 🥰
Decididos a brindarle tanto comodidad como belleza, nos propusimos restaurar la segunda silla. 👇
Ligeras, resistentes y con un diseño elegante, estas sillas fueron creadas para ofrecer confort y durabilidad.
Incluso hoy, muchas personas mayores se niegan a deshacerse de ellas. Aunque las estructuras siguen siendo sólidas, la tapicería suele desgastarse y descolorarse con los años, dejando estas sillas atemporales con un aspecto anticuado.
Pero con un poco de esfuerzo, pueden transformarse en algo espectacular.
Mi suegra tenía dos sillas de este tipo. Ya había restaurado una, pero en lugar de usarla diariamente, la dejó en el pasillo, como si fuera una pieza de exhibición.
Mientras tanto, continuaba sentándose en la otra, ya muy desgastada, mientras veía la televisión.
Decididos a ofrecerle tanto comodidad como belleza, decidimos restaurar la segunda silla. Una vez terminada, ya no tendría que elegir entre estilo y funcionalidad.
Desmontar la silla no fue una tarea fácil. La tapicería estaba firmemente sujeta con pegamento y gruesos clavos de acero, un claro ejemplo de la artesanía soviética, diseñada no solo para durar décadas, sino generaciones enteras.
Retiramos el asiento, que estaba asegurado con seis tornillos, y sacamos con cuidado el acolchado. Tres grandes clavos fijaban el cojín, dejando claro que esta silla no estaba pensada para reparaciones rápidas.
Para nuestra sorpresa, la espuma vieja aún estaba en buen estado—no se desmoronaba, solo estaba un poco aplanada y amarillenta por el tiempo. En lugar de desecharla, añadimos una nueva capa de espuma de 4 cm encima, mejorando la comodidad sin alterar la estructura original.
Para la tapicería, elegimos una tela vibrante de 80 cm x 80 cm, con un diseño moderno que daría nueva vida a la silla.
Los reposabrazos, que antes eran negros, se habían desteñido y mostraban marcas visibles de desgaste. Lijé las imperfecciones y opté por un nuevo estilo atrevido: los pinté de blanco brillante para contrastar con la tela colorida.
Usando la tapicería vieja como molde, cortamos la nueva tela a medida y la aseguramos con una grapadora. La estructura de madera no estaba hecha de pino blando, sino de una madera más densa—probablemente arce—lo que aumentaba su durabilidad.
El montaje fue sorprendentemente sencillo. Reemplazamos los clavos originales con tres tornillos largos para facilitar futuras reparaciones. Estiramos con cuidado la tela para evitar arrugas y volvimos a colocar el asiento en el marco.
Cuando le devolvimos la silla a mi suegra, se quedó sin palabras. Le tomó un momento darse cuenta de que esta silla moderna y elegante era la misma que había usado durante años.
Pasó la mano por los reposabrazos blancos y la tela vibrante, sin poder creerlo.
Ahora, ambas sillas están orgullosamente en su sala de estar—no como reliquias del pasado, sino como piezas centrales renovadas y funcionales. Y esta vez, realmente las usa.
Restaurar muebles antiguos no es solo cuestión de estética. Se trata de preservar recuerdos y darles un nuevo capítulo. Con un poco de esfuerzo y creatividad, lo que parece anticuado puede volverse extraordinario otra vez.