En el parque, un hombre tocaba una melodía que solo conocía mi difunto padre — la misma que él tocaba para mí cuando era niño

Interesante

😵😨 En el parque, un hombre tocaba una melodía que solo conocía mi difunto padre — la misma que él tocaba para mí cuando era niño. Cuando descubrí de dónde la conocía el anciano, mi mundo se puso patas arriba.

Corría hacia una reunión, sin notar ni caras ni sonidos de la ciudad — hasta que, a través del bullicio de la calle, se filtró un suave sonido de violín. Me detuve — era demasiado familiar…

Bajo un viejo roble estaba un hombre canoso, con los ojos cerrados, los dedos temblando sobre las cuerdas, pero cada nota sonaba pura y llena de sentimiento.

La melodía… la reconocí al instante. Mi corazón se encogió. Era esa — la que mi padre tocaba para mí cuando era niño. Nunca la grabó ni la tocó para nadie más que nosotros dos. Después de él, intenté recordar aunque fuera un fragmento, pero la memoria se escapaba. Y ahora — la escuchaba completa, hasta la última vibración.

Me acerqué, sintiendo cómo el mundo a mi alrededor parecía disolverse, quedando solo ese sonido y fragmentos de la infancia.

— Disculpe… — susurré. — ¿Cómo conoce esta melodía?

El anciano no respondió de inmediato. Abrió los ojos — y me estremecí. En su mirada había algo dolorosamente familiar, casi como de familia.

😨😱 Me miró y su respuesta me petrificó — un giro del destino así nunca lo habría esperado…

Continuación en el primer comentario 👇

— Dígame… ¿cómo se llamaba su hermano? — pregunté, casi sin aliento.

Entrecerró los ojos, como si no creyera a sus propios oídos. — Henry… — dijo en voz baja. — Y tu padre, ¿cómo se llamaba, hijo?

— Henry, — respondí.

El anciano palideció, sus manos temblaron. Se sentó en el banco, mirando al suelo como si buscara allí respuestas perdidas hace años.
— Esto… no puede ser… — murmuró. — Mi hermano Henry desapareció cuando teníamos veinte años. Pensábamos que había muerto durante la fuga.

Permanecimos mucho tiempo bajo ese roble. Hablamos de música, de la infancia, de cómo la vida había dispersado a todos por distintos rincones del mundo. Cuanto más contaba, más entendía — era realmente él, el hermano de mi padre.

Cuando el sol se puso, finalmente nos levantamos. Me miró con una sonrisa temblorosa y me abrazó, como si temiera que desapareciera otra vez.

En ese momento comprendí — yo había encontrado una parte de mi padre, y él — toda su familia.

Calificar artículo
El Lindo Rincón