😱 Cuando mi abuela aún vivía, me pidió que quitara su foto de la lápida exactamente un año después de su muerte. Cuando lo hice, me quedé helada de horror.
Poco antes de fallecer, me llamó a su habitación. Estábamos solas. Su voz era apenas un susurro:
— Quita mi foto de la tumba exactamente dentro de un año. No antes. ¿Me lo prometes?
Intenté tranquilizarla:
— Vamos, abuela… Aún te esperan muchos momentos hermosos…
Ella solo sonrió levemente, cerró los ojos y murmuró:
— Promételo…
La miré conmovida y asentí. Aquella noche se fue en silencio.
Doce meses después, casi había olvidado aquella extraña petición. Pero una promesa es sagrada. Al llegar al cementerio, desenrosqué el marco fácilmente y cuando quité la foto, grité:
— No puede ser…
⬇️⬇️ La continuación en el primer comentario
Detrás de la foto de mi abuela había una imagen antigua y descolorida. Una mujer joven sonreía con energía, vestida con un elegante vestido ajustado, posando frente a una casa antigua.
Ese rostro se parecía mucho al mío. Era como una versión de mí en otra época.
Fotografié la tumba y fui a ver a mi abuelo. Parecía como si esperara mi visita.
Cuando le mostré la foto, sonrió con nostalgia:
— Es ella… Tu abuela, como era cuando la conocí. Una verdadera heroína de cine.
— ¿Pero por qué esconder esa imagen?
Suspiró y murmuró:
— Siempre se preocupó mucho por su imagen. Envejecer la afectó mucho. Decía: «¿Por qué ponemos fotos de nosotros ya viejos en las tumbas? ¿Por qué no una imagen de cuando éramos hermosos?»
Y luego agregaba: «Pero si pongo una foto mía joven, van a pensar que soy una anciana vanidosa…»
Las lágrimas caían suavemente mientras sonreía.
Entonces entendí: ella quería que, cuando el dolor se hubiera calmado, yo descubriera la mujer radiante que había sido. Llena de gracia. De alegría. De vida.











