😱😲 Cada mañana, el cuervo venía a mi ventana por las migas de pan. Pero un día comenzó a golpear furiosamente el cristal — en su pico había algo que me quitó la tranquilidad…
Hace varios años vivo sola — tras la partida de mi marido me mudé a nuestra casa de campo.
Allí me sentía tranquila: silencio lleno de recuerdos. Solo por las mañanas este silencio se veía interrumpido por el grito del cuervo, que siempre se posaba en el viejo árbol cerca de la casa.
Incluso adquirí la costumbre — abría la ventana para dejar entrar aire fresco y le lanzaba migas de pan. Venía todos los días, y esto se convirtió en una especie de pequeño ritual entre nosotros.
Pero un día la mañana no transcurrió como de costumbre. El cuervo no apareció. Ni ese día ni el siguiente. Pasaron algunos días, y empecé a preocuparme. Al tercer día, un extraño golpe en el cristal me despertó.
Me levanté y vi: el cuervo golpeaba furiosamente con el pico el cristal, como intentando llamar mi atención. En sus movimientos se percibía pánico, inusual en este pájaro generalmente astuto y tranquilo.
😨 Mi corazón se encogió por un mal presentimiento. Me acerqué, y entonces noté — en su pico había algo que me dejó sin aliento instantáneamente. La sangre se heló en mis venas, y mis piernas parecieron pegarse al suelo…
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No creí inmediatamente a mis ojos: en el pico del cuervo brillaba un anillo. Cuando lo dejó caer en el alféizar, me quedé paralizada — era mi anillo de bodas, que había perdido hace muchos años en el patio.
Entonces lo busqué por todas partes, revisando la hierba y la tierra, pero sin éxito. Desde hace tiempo había aceptado la pérdida, considerándola simbólica, como una parte del pasado que se fue con mi marido.
Y ahora el pájaro lo había traído de vuelta, como desde otra realidad, del pasado que no esperaba recuperar.
Tomé el anillo en mis manos, y mi corazón latió con fuerza — en él revivieron recuerdos de días felices, de risas y voces que ya no están a mi lado.
¿Fue una simple coincidencia o una señal desde arriba? No lo sabía, pero dentro de mí despertó una extraña esperanza, como si la vida misma me mostrara que no debía rendirme.











