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Después de ocho años pesando casi 300 libras, Lindy Cellucci alcanzó su punto de quiebre durante unas vacaciones con amigos en 2014.
«Hay un lugar llamado Hopewell Rocks que baja hasta el fondo del océano, pero tienes que bajar unos 500 escalones. Me quedé allí parada y supe que no podría hacerlo», dijo a PEOPLE. «Los vi riéndose y hablando, y yo estaba en la cima y me dije dos palabras: ‘Es hora.'»
La madre de dos hijos comenzó a investigar recetas saludables y a rastrear sus pasos con un Fitbit, y perdió 37 kilos en 16 meses. Fue entonces cuando Cellucci notó un bulto sospechoso en su pecho. Rápidamente le diagnosticaron cáncer de mama y tuvo que someterse a un tratamiento de quimioterapia intensivo.
Pero Cellucci estaba decidida a mantener un estilo de vida más saludable. Cuando en 2017 recibió la autorización de su médico, volvió a caminar y tomó clases de Zumba, boot camp o natación. El peso seguía bajando.
«Perdí peso cada semana durante todo un año», dijo. «Estaba decidida. Si subía un poco, lo que sucedió un par de veces después de ese primer año, no dejé que me desviara. Habrá altibajos.»
Cellucci alcanzó las 150 libras cuando tenía 60 años y atribuyó su vida a la pérdida de peso.
«Nunca habría encontrado ese bulto si no hubiera perdido peso», dijo. «Me salvó la vida dos veces. Me salvó de un ataque al corazón y me salvó porque encontré ese bulto.»