Salvó a una loba hambrienta… Un año después, el bosque le devolvió el gesto multiplicado por cien. 🐺
John, un hombre solitario y reservado, encontró refugio en los bosques nevados de las montañas. 🌲 Allí, lejos del bullicio de la gente, por fin se sentía en casa. 🐾 Una mañana, siguiendo huellas frescas de animales en la nieve, se topó con una silueta tendida en el suelo.
Cuando se acercó lo suficiente, se quedó helado. Era un lobo… Lee en los comentarios👇👇👇👇
Era una loba, tan delgada que daba miedo, la piel pegada a los huesos. Su pelaje estaba sucio, enmarañado. Pero sus ojos… brillaban con una luz extraña. No había miedo ni agresividad. Solo dolor.
John se arrodilló lentamente. Sacó de su mochila un pedazo de carne seca —el último que tenía— y lo colocó con cuidado a unos centímetros. La loba, desconfiada, se acercó con el hocico y luego comió. Lentamente, en silencio.
— «Tú también mereces una segunda oportunidad», susurró.
Luego se alejó, pensando que ella desaparecería para siempre.
Un año después…
John volvió a esa parte del bosque, sin un propósito claro. Tal vez por nostalgia. El silencio era apacible, hasta que una voz —o más bien un susurro extraño— le dijo:
— John…
Se detuvo en seco. No había nadie. De repente, una figura emergió entre los árboles: una loba majestuosa, de pelaje resplandeciente.
Se acercó sin hacer ruido, con la misma mirada intensa. Y pronto, otros lobos aparecieron a su alrededor. Una manada. Pero ninguno mostró los dientes.
En su mente, la voz volvió:
— La salvaste. Ahora te toca a ti ser protegido.
John cayó de rodillas, abrumado por la emoción. Comprendió que la naturaleza, cuando se la respeta, sabe devolver los gestos más puros.











