Mi vecino lanzó huevos a mi coche — así que decidí darle una sorpresa de Halloween que nunca olvidará

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😱😲Mi vecino lanzó huevos a mi coche — así que decidí darle una sorpresa de Halloween que nunca olvidará.

Trabajo como enfermera y, la víspera de Halloween, después de un turno de 12 horas, llegué a casa agotada.

En el patio noté que el camión del propietario había bloqueado de nuevo nuestra entrada. Era casi medianoche y tuve que aparcar en el único lugar libre — justo frente a la casa de mi vecino.

A la mañana siguiente salí al patio y me quedé helada: el coche estaba cubierto de huevos — las yemas resbalaban por el parabrisas, las cáscaras estaban esparcidas por el capó. Me llamó la atención una extraña pista de trozos de huevo que conducía directamente a la puerta del vecino.

Llamé. Abrió la puerta con una sonrisa arrogante.
— ¿Fuiste tú quien hizo esto a mi coche? — le pregunté.
Encogió los hombros:
— Sí. Aparcaste frente a mi casa. Bloqueas mis decoraciones de Halloween.

Mi mano se cerró en un puño involuntariamente. Traté de mantener la calma:
— Estoy sola con un niño y dos bolsas, necesitaba aparcar cerca…
Él sonrió con burla:
— No me importa. Los invitados deben ver todas las decoraciones de Halloween. Recuérdalo para la próxima.

😨😲Me fui, pero en mi cabeza ya se formaba una idea. En su fiesta decidí llevar un regalo que nunca olvidaría.
Cuando el vecino abrió la caja y vio el contenido, su grito se escuchó en toda la calle…

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Dentro de la caja había varios pequeños recipientes con una mezcla espesa y de olor desagradable de huevos podridos y ajo, cuidadosamente envueltos en bolsas de plástico. Cuando el vecino abrió la caja, el fuerte olor le golpeó la cara y se echó hacia atrás de inmediato.

— ¿Qué demonios es esto…? — tosió, tapándose la nariz con las manos.

Me quedé observando tranquilamente cómo su sonrisa arrogante se transformaba lentamente en una mezcla de horror y desconcierto.

— Feliz Halloween, — dije, dando un paso atrás.

El vecino se quedó en el umbral, jadeando y frunciendo el ceño por el olor que había preparado cuidadosamente como “regalo de recuerdo”.

Tomé a los niños y regresé a casa, sintiendo una satisfacción tranquila pero plena: a veces, la sorpresa más desagradable — pero segura — es la mejor manera de mostrarle a alguien que su comportamiento tiene consecuencias.

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El Lindo Rincón