Mamá, ¿podrías ayudarnos un poco con apoyo financiero para resolver algunos asuntos de la vivienda?

Vibras Positivas

— Mamá, ¿podrías ayudarnos un poco con apoyo financiero para resolver algunos asuntos de la vivienda? — preguntaba suavemente Elina, — si no, tal vez tengamos que mudarnos contigo.

Sentí un nudo en el pecho — fue la gota que colmó el vaso. 😞

No respondí de inmediato. Guardé silencio durante mucho tiempo, años.

Escuchaba, soportaba, ayudaba. Porque soy madre. Porque soy abuela. Porque “si no soy yo, ¿quién?”. Parecía que si los sostenía, si no los dejaba caer, todo se arreglaría, encontrarían estabilidad y aprenderían a ser independientes.

Pero con el tiempo comprendí: no solo era un apoyo — me convertí en alguien de quien dependen demasiado. Sin mí no avanzan, no aprenden, no crecen. Se habían acostumbrado a contar conmigo. Y yo… hace mucho tiempo que dejé de vivir mi propia vida.

Entonces llegó esa llamada. Una nueva petición. No una simple petición, sino una insistencia. Sentí cómo se me apretaban los dedos y el corazón se me hacía pesado.

Fue la gota que colmó el vaso. Continuación en los comentarios ⤵️⤵️⤵️

— Elina, — dije calmadamente — no puedo enviarte dinero. Y no vendréis a vivir conmigo. No tengo ni los medios ni las ganas de ser para vosotros un apoyo constante al que recurráis cada vez que enfrentáis dificultades.

Pausa. Luego gritos. Reproches. Lágrimas.

Apagué el teléfono.

Y luego… me fui al mar. A un pequeño pueblo español con el que soñaba desde hace tiempo. Compré el billete, reservé el hotel. Sin planes, sin expectativas. Solo yo, el sonido de las olas y un café en la terraza al atardecer.

Una semana después recibí una carta de mi nieto. No de Elina — de él. Escribía que le echo de menos. Que recuerda cuando horneábamos galletas y cuando le enseñaba a dibujar.

Que le pidió a su madre que no me gritara más. Esa carta la imprimí y la llevo conmigo en la cartera hasta hoy.

No me alejé de mi familia. Simplemente me elegí a mí misma.

Porque ser madre no significa sacrificarse por completo. Ser abuela no significa ser un cajero automático las 24 horas.

Ahora vivo más tranquila y en paz — finalmente para mí. ¿Y sabéis qué? Soy feliz.

Calificar artículo
El Lindo Rincón