😱😱Llevé la pizza, pero la chica cerró la puerta de golpe y dijo: «Pagaré si sacas la basura». Pero en lugar de tirar la basura, le di una lección que no olvidará jamás en su vida.
Trabajando como repartidor, he visto de todo, pero este pedido lo recordaré especialmente. Llego a la dirección, toco el timbre. La puerta se abre de golpe y aparece una chica con ojos traviesos.
De un tirón me arrebata la caja de la pizza, la aprieta contra sí y, con una sonrisa burlona, exclama: «¡Siempre soñé con hacer esto!» — y cierra la puerta justo en mis narices.
Me quedé atónito, luego enfadado, y empecé a presionar furiosamente el timbre. Detrás de la puerta se oía su risa y su voz: «¡Pagaré solo si sacas la basura!» Entre dientes respondí: «Tráeme tu basura, pero rápido, que tengo otro pedido pendiente».
La puerta se volvió a abrir. Con esa expresión descarada en la cara, me dio el dinero y una bolsa de basura.
😏👌Pero no tenía ni idea de con quién trataba. Le di una lección que recordará por mucho tiempo.
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Un instante después, la puerta se entreabrió de nuevo. Me alargó el dinero y la bolsa de basura, todavía sonriendo con suficiencia.
Yo tomé ambas cosas en silencio, como si hubiera aceptado por completo sus condiciones. La chica sonrió triunfante, cerró la puerta rápidamente, convencida de que había ganado.
Pero en ese mismo momento hice mi jugada. Sin pensarlo dos veces, vacié cuidadosamente su basura justo frente a su puerta, rompiendo la bolsa para que los desechos se esparcieran a sus pies.
Guardé el dinero en el bolsillo y bajé por las escaleras.
Desde detrás de la puerta se escuchó su grito indignado y el fuerte chasquido de la cerradura — claramente no esperaba una respuesta así.
La lección fue evidente y, estoy seguro, se le quedará grabada mucho tiempo: jugar con la paciencia ajena y aprovecharse descaradamente del trabajo de los demás puede acabar en una muy desagradable «limpieza» justo en la propia puerta.











