Encontré a mi marido con su amante en la piscina — quería darle una lección pero el destino decidió otra cosa

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😱😲 Encontré a mi marido con su amante en la piscina — quería darle una lección, pero el destino decidió otra cosa

Estuve casada durante cuatro años. Para los demás, parecíamos la pareja perfecta: él con un trabajo prestigioso en una oficina, nosotros con una casa acogedora, dos coches, un perro y una vida familiar aparentemente tranquila.

Pero un caluroso día en la piscina municipal lo cambió todo.

Esa mañana tenía el día libre y decidí sorprender a mi marido con el desayuno — preparé esponjosos panqueques, añadiendo a la masa los últimos arándanos frescos.

Tom entró en la cocina con cara seria, sin mirarme siquiera.
— ¡Buenos días! El desayuno está casi listo, — dije intentando sonar animada.
— Ajá, — murmuró, sentándose.

Notó que en el cuenco no había arándanos.
— Sabes que me gustan los arándanos, Lisa.

La conversación pronto se convirtió en una discusión. Terminamos de comer en silencio y él, despidiéndose fríamente, se fue a trabajar.

No pensaba pasarme el día deprimida. Llamé a mi amiga May:
— Vamos a la piscina, necesito distraerme.

El sol brillaba fuerte, el agua de la piscina resplandecía. Encontramos dos tumbonas, pedimos pizza y charlamos de cualquier cosa, hasta que lo vi.

A pocos metros estaba Tom. Y no estaba solo — junto a él, sobre una toalla, una joven rubia con un bikini llamativo le tenía la mano en el muslo.
— May… mira allá, — susurré, sintiendo que el corazón me latía con fuerza.
— ¿Es… Tom? ¿Con una chica? — exclamó sorprendida.

😵😲 Estaba a punto de acercarme y armar una escena, pero en ese momento pasó algo que sacudió a mi marido y a su amante mucho más que cualquier cosa que yo pudiera hacer.

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Me disponía a acercarme, cuando apareció un joven fornido de unos veinte años. Corrió hacia Tom, lo agarró y lo empujó contra la tumbona.
— ¿Quién demonios eres para tocar a mi novia?! — gritó.

La rubia se levantó de un salto, Tom se puso pálido.
— Espera, no es lo que parece… — balbuceó él.
— ¿No es lo que parece? ¡Estás tumbado con ella como si fuera tu amante! — gruñó el chico.

Tras una breve discusión, empujó a Tom y dijo:
— Eres patético, me da asco hasta tocarte.

Yo estaba a un lado grabando todo con el teléfono. Cuando Tom me vio, intentó explicarse.
— Lisa, no es lo que piensas…
— ¿Ah, no? ¿Y qué es entonces? — le mostré el vídeo. — Mañana tu jefe verá esto.

— Por favor, hablemos…
— No. Se acabó.

En casa me rogó que lo perdonara, propuso ir a un terapeuta de pareja, pero ya no podía confiar en él.

Cuando intentó culparme de que me había “vuelto fría” y que eso lo “empujó” a engañarme, simplemente envié el vídeo a su jefe con la nota:
«Creo que le interesará saber con quién pasa el tiempo su hija».

Al día siguiente, Tom fue despedido. Su carrera se derrumbó y yo pedí el divorcio. Fue aterrador, pero sentí que por fin podía respirar libremente.

Ahora sé: la verdad puede doler, pero también libera. Y aunque aquel día en la piscina fue un golpe duro, me abrió el camino hacia una versión más fuerte de mí misma.

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El Lindo Rincón