El padrastro trajo un cachorro y un gatito como regalo para su hija։ La niña brillaba de alegría, mientras que la madre — en un ataque de histeria — echó a su esposo y a los animales

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😵😨 El padrastro trajo un cachorro y un gatito como regalo para su hija. La niña brillaba de alegría, mientras que la madre — en un ataque de histeria — echó a su esposo y a los animales. A la mañana siguiente solicitó el divorcio. Nadie entonces entendía — por qué.

Durante varios días seguidos, la pequeña Lisa permaneció en la cama — pálida, apática, sin sonrisa. Ni los juguetes ni los dulces podían devolverle su alegría de vivir de antes.

Solo susurraba: «Mamá, quiero un cachorro… o un gatito, como el de Emma». Pero la madre solo suspiraba profundamente y acariciaba a su hija en el cabello.

Una noche, el padrastro entró en la casa — con una sonrisa radiante y una caja en las manos. «¡Lisa, mira lo que te traje!» — dijo al abrir la tapa.

De la caja salieron un diminuto cachorro y un gatito peludo. La niña gritó de alegría, se levantó de la cama y corrió hacia ellos. Pero de repente, detrás de ella, se escuchó un grito agudo de la madre:

— ¡Ponlos inmediatamente!

Agarró a su hija del brazo, como protegiéndola del peligro. El terror brillaba en sus ojos. «¡Fuera! — gritó al esposo. — ¡Lárgate con tus criaturas!»

El padrastro estaba desconcertado, pero, para evitar un escándalo, salió por la puerta. A la mañana siguiente, la madre solicitó el divorcio.

😨😨 Lisa la odiaba por esto durante mucho tiempo. Le parecía que su madre simplemente había destruido su felicidad. Solo años después descubrió la terrible verdad…

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Pasaron los años. Lisa ya había crecido, pero el recuerdo de aquella noche no le daba paz.

¿Por qué su madre se volvió tan loca aquella noche? Un día, Lisa se atrevió a preguntarle a su madre lo que la había atormentado desde niña:
— Mamá, ¿por qué lo echaste? Solo quería hacerme feliz…

La madre guardó silencio durante mucho tiempo, luego suspiró profundamente:

— Él sabía… Sabía que un día había perdido a un hijo. Fue devorado por un perro rabioso. Desde entonces, no podía ver ni animales ni siquiera juguetes con caritas. Temblaba de miedo de que pudiera suceder de nuevo.

Lisa escuchaba incrédula.

— ¿Lo sabía y aun así los trajo? — susurró.

— Sí, — asintió la madre. — Lo sabía y no consideró necesario comprender mi terror. No te lo conté entonces para no transmitirte mi miedo. Pero cuando cruzó el umbral con el cachorro y el gatito… simplemente no pude soportarlo.

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El Lindo Rincón