A sus 64 años, el legendario y icónico actor es prácticamente irreconocible 😯 En su momento, fue el «doctor» más reconocido en la televisión y lamentaba mucho haber interpretado una «versión falsa» de un médico en lugar de convertirse en uno real, como quería su padre 😢 ¿Ya has adivinado quién es? Si no, aquí está la respuesta 😲 Descubre detalles interesantes sobre la vida de tu actor favorito
El Dr. William (Ran) Laurie tenía grandes esperanzas puestas en el menor de sus hijos, Hugh Laurie, quien nació en junio de 1959.
El joven Laurie seguía los pasos de su estimado padre, un médico que, antes de comenzar su carrera, fue medallista de oro olímpico en 1948 en remo sin timonel y graduado de un colegio de la Universidad de Cambridge.
Cuando Laurie, nacido en el Reino Unido, estudiaba en el mismo colegio que su padre, también fue miembro del equipo de remo, con planes de entrenarse para los Juegos Olímpicos y luego ingresar a la facultad de medicina.
Pero luego, el joven descubrió un club de teatro, una compañía de comedia llamada Cambridge Footlights, donde conoció a la actriz de Lo que queda del día, Emma Thompson, y a su futuro compañero de comedia, Stephen Fry, del filme Wilde de 1997.
Durante las décadas de 1980 y 1990, el ahora actor de 64 años apareció en varios programas de televisión, como la comedia Blackadder de la BBC, en la que coprotagonizó junto a Fry.
En 2004, le ofrecieron la oportunidad de interpretar a un médico en una nueva serie de televisión llamada House, un drama médico que duró ocho temporadas.
En su papel ganador del Globo de Oro como el personaje principal, el Dr. Gregory House, Laurie abandonó su acento británico característico y lo cambió para interpretar convincentemente al narcisista genio que dirigía un hospital universitario en Nueva Jersey.
Durante la emisión del programa, Laurie se convirtió en el médico más popular de Hollywood y atrajo a una gran audiencia global. Pero la vida de celebridad trae consigo sus desafíos.
“He pasado por momentos bastante oscuros, días sombríos en los que parecía no haber escape”, dijo Laurie. “Y con una ética de trabajo presbiteriana muy estricta, estaba decidido a no llegar tarde nunca, a no perder ni un solo día de rodaje.
No me escucharías llamar diciendo: ‘Creo que puedo estar enfermándome de gripe’. Pero hubo momentos en los que pensaba: ‘Si tuviera un accidente en el camino al estudio y ganara un par de días de descanso para recuperarme, ¡qué maravilloso sería!’”.