Cuando visité a mi hija, noté un cambio extraño en el cuerpo de mi nieta. Sin embargo, sus padres no notaron nada

Nosotros y Nuestro Mundo

En nuestra familia, todas las mujeres tienden a ganar peso en exceso: ni yo, ni mi hermana, ni mi madre, ni mi abuela podemos presumir de una figura delgada. Mi bisabuela pesaba alrededor de 160 kilogramos, y mi abuela la superó, pesaba 170 kilogramos con una altura de 160.

No es un secreto que el exceso de peso es la causa de muchos problemas de salud. En los últimos diez años, mi madre ha luchado contra varios problemas de salud.

Intento controlar mi peso. Nunca he sido esbelta en mi vida, siempre he tenido una figura más completa, pero también limitaba mi ingesta de alimentos porque sabía que incluso un pequeño trozo adicional se mostraría inmediatamente en la balanza. Mi hija también ha luchado contra la obesidad desde la infancia.

Todos amaban a esta niña linda y regordeta, pero desde joven, trabajé persistentemente para evitar que perdiera el control. Antes de su matrimonio, mi hija estaba más o menos delgada y seguía dietas. Durante el embarazo, empezó a comer en exceso y ganó casi treinta y ocho kilogramos. Afortunadamente, logró dar a luz sin problemas significativos.

Después del parto, no pudo recuperar su peso anterior, quejándose de que no tenía tiempo para ello. Las excusas siempre se pueden encontrar en cualquier lugar. Su esposo nunca la criticó por su exceso de peso. Sí, es normal que un esposo ame a su esposa, pero ahora le falta el deseo de controlar su tamaño.

Ahora, lo que me preocupa es otra cosa. Mi nieta tiene cinco años. Tiene sobrepeso, y los médicos dicen que tiene obesidad. He intentado hablar con mi hija y explicarle que el exceso de peso no conduce a nada bueno, pero ella responde que la niña adelgazará a medida que crezca.

Estoy seguro de que no solo adelgazará. Se convertirá en una niña con sobrepeso, enfrentará burlas en la escuela y tendrá problemas de salud.


Está creando muchos problemas para su hija. Su hija no le agradecerá por ello. En cambio, mi hija exige que no interfiera. Pero, ¿qué se supone que debo hacer? No puedo quedarme de brazos cruzados y ver cómo mi hija perjudica a su hijo. Ahora mi hija mantiene a su hija alejada de mí, diciendo que no quiero a mi nieta. Pero sí quiero a mi nieta, a diferencia de su madre.

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El Lindo Rincón
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