A la edad de 50 años, Annegret Raunig, una maestra de Berlín, se convirtió en madre por duodécima vez. Estaba casada, pero el matrimonio no pudo salvarse, y durante la mayor parte de su vida, Raunig crió a sus hijos como madre soltera.
En 2005, apareció por primera vez en las páginas de la prensa alemana, convirtiéndose en la madre más anciana de Alemania. Annegret recurrió a la inseminación artificial y se convirtió en madre por decimotercera vez.
En ese momento, la mujer tenía 55 años.
El embarazo de Raunig generó acaloradas discusiones: muchas personas pensaron que actuaba egoístamente e irresponsablemente. Pero Annegret ignoró las críticas. Disfrutaba asistiendo a programas de televisión y dando entrevistas, hablando de su vida.
Cuando Lela cumplió 9 años, Annegret sorprendió al país nuevamente. La mujer decidió que era el momento de experimentar la felicidad de la maternidad una vez más. Además, Lelia le pidió a su madre que le diera un hermano o una hermana… Sin embargo, para ese momento, Raunig ya había entrado en la menopausia y no podía dar a luz naturalmente. Las leyes alemanas prohíben la donación de óvulos, así que Annegret fue al extranjero: se sometió a una fecundación in vitro en una de las clínicas en Kiev.
Afortunadamente, todo salió bien, y el 19 de mayo de 2015, Annegret dio a luz a cuatrillizos: los hijos Dris, Bence, Fionne y la hija Nita. Los niños nacieron 15 semanas antes por cesárea.
Todos pesaban menos de un kilogramo: desde 655 hasta 980 gramos, por lo que tuvieron que pasar varios meses en la clínica.
Esta vez, Raunig rompió no solo el récord nacional, sino también el mundial, convirtiéndose en la madre más anciana de cuatrillizos en la historia.