En muchos casos, la discapacidad se convierte en una barrera para la inclusión y el afecto, pero para esta mujer de estatura baja, que mide 1,05 m, no es un obstáculo para el amor.
“Me di cuenta de que era amor cuando aceptó mi discapacidad incluso antes de conocerme en persona”, cuenta sobre su prometido, a quien conoció a través de una aplicación de citas.
El prometido, que mide 1,76 m, y ella, que apenas supera el metro, se encontraron y, a pesar de los prejuicios, viven una inmensa felicidad. Su historia prueba que el amor supera todas las diferencias.
Afirman que siempre se han apoyado mutuamente, especialmente durante el confinamiento debido a la pandemia. “No discutimos; estamos más unidos que nunca.”
Cuando el amor llega y llena nuestra vida cotidiana, es maravilloso. João Paulo, desde sus primeros intercambios en la aplicación, mostró una gran atención y respeto por su discapacidad física.
“¿Puedes caminar derecho? ¿Puedo empujar tu silla de ruedas?” Estas preguntas simples pero esenciales revelaron su naturaleza atenta.
“En la aplicación y en mis redes sociales, tengo fotos que muestran claramente mi estatura. Nunca he escondido mi discapacidad; siempre me he sentido segura.
Si él quería estar conmigo, tenía que aceptar la realidad tal como es. Así fue como comenzamos a hablar, y supe que no era intrusivo. Quería saberlo todo para que nuestra relación pudiera evolucionar”, confiesa al Diário do Nordeste.
La joven Livinha tiene un síndrome raro, la displasia espondilo-metafisaria con laxitud ligamentosa, pero nunca se ha dejado limitar por su discapacidad. Su determinación y coraje en la vida han conquistado a João Paulo, y su amor se refleja en cada gesto cotidiano.