El esposo de Chelsea Hill, Jay, siempre odió las sorpresas, pero el regalo que su esposa preparó el día de la boda lo hizo cambiar de opinión.
Chelsea Hill quedó paralizada en 2010 después de que el automóvil en el que iba chocara contra un árbol. Al principio, parecía que la vida de la joven había terminado, pero luego logró aceptar su situación y seguir adelante.
Hace algún tiempo, Chelsea organizó un grupo de bailarines en sillas de ruedas. La estadounidense también se convirtió en defensora de los derechos de las personas en sillas de ruedas, y casi 200 mil usuarios ya se han suscrito a su mini blog.
En 2014, Chelsea conoció a su futuro esposo, Jay Bloomfield, con quien formalizó su relación oficialmente el 24 de septiembre de este año. La boda tuvo lugar en un hotel junto a la playa, se organizó una ceremonia en el lugar.
Chelsea llevaba mucho tiempo preparándose para este día y quería impresionar al novio con un regalo inusual: caminar hacia el altar improvisado con sus propios pies. «Quiero decir que no veo nada malo en sentarme en una silla de ruedas en mi boda. Pero crecí imaginando cómo conocería a mi elegido con una mirada. Quería sentir ese momento en el que solo estamos él y yo», cita el sitio web a la novia Insider.com.
Especialmente para la celebración, se compraron ortesis para las piernas y andadores. A la novia le confeccionaron un vestido especial con una falda completa desmontable para facilitar su asiento en una silla. Acompañada por su padre, Chelsea dio los primeros pasos hacia su prometido, quien previamente estaba de espaldas a ella. Cuando Jay se volvió y vio a su novia paralizada caminando hacia él por el pasillo, no pudo contener las lágrimas.
«Valió la pena. Sentí que en ese momento nuestras almas estaban unidas», recuerda Chelsea. «No vi a nadie. Solo a él».
Según la joven, no creía que podría conocer a un hombre que la amara, pero la suerte le sonrió: Jay la aceptó tal como es y se convirtió no solo en su esposo, sino también en un compañero fiel, amigo y aliado.
Las sorpresas no terminaron ahí. En secreto para todos, Chelsea, junto con su padre y el coreógrafo, preparó un baile divertido para su esposo y los invitados del evento. Y cuando llegó el momento de salir para el primer baile de los recién casados, Chelsea decidió usar las ortesis nuevamente. «Fue un momento asombroso», comparte la joven sus recuerdos. «No importa cómo me golpee la vida, Jay siempre está ahí. Él es especial».
Y recordamos la historia de una pareja en la que el novio está confinado a una silla de ruedas. Pero el día de la boda, pudo bailar con la novia, gracias a la ayuda de sus mejores amigos.