Un niño deja sus zapatillas de ensueño para comprar botas a un compañero de clase pobre

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David, de 12 años, estaba emocionado por comprar zapatillas nuevas después de ahorrar durante meses, pero decidió comprar botas para su compañero de clase cuyos zapatos estaban hechos jirones. No sabía que su bondad sería recompensada de manera inesperada.

David siempre se encontraba un asiento junto a la ventana en el autobús escolar de regreso a casa. Como siempre, abrió la ventana de par en par y dejó que la brisa de la tarde rozara su rostro mientras recordaba el juego en el que había jugado ese día, momento tras momento.

«¡Fue increíble lo que hiciste en el campo hoy!» dijo uno de sus amigos.

«Creo que tenemos un jugador de nivel nacional en nuestras manos, chicos. ¡Conseguir sus autógrafos mientras puedan!» otro jugador bromeó con David, dándole palmaditas en la espalda casi demasiado fuerte.

Era el sueño lejano: jugar para su país y hacer historia, como todos sus héroes del fútbol.

David casi podía saborearlo; el dulce aire de la victoria y el orgullo cuando su equipo y él sostenían el trofeo del campeonato de oro y sonreían para las fotos.

David repetía constantemente lo que diría para las cámaras y los periódicos al final del partido. Cómo había pasado de humildes comienzos. Y cómo le debía a su madre todo lo que había llegado a ser.

«¿Disculpa, puedo sentarme aquí?»

David estaba tan inmerso en su ensoñación que no se dio cuenta de que uno de sus compañeros de clase le había pedido permiso para sentarse a su lado.

El niño se sentó junto a David, apretó su mochila y comenzó a soñar su propio sueño. Quiero convertirme en el mejor jugador de fútbol de la escuela. Al igual que David. ¡No puedo creer que esté sentado a su lado!

El niño era un verdadero fanático del juego de David y no se perdería ninguna oportunidad de verlo jugar. En su mente, David era todo lo que quería ser. Quería jugar como él, tener montones de amigos como él e incluso llevar esas llamativas botas de fútbol que David llevaba puestas.

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