Hace unos años, conocí a mi esposa. Yo tenía 27 años y ella 24. Tenía un gran grupo de amigos, y solíamos disfrutar yendo a fiestas juntos, quedándonos hasta altas horas de la madrugada. Hubo un período en el que casi íbamos a clubes todas las noches. Y uno de esos días, cuando mis amigos y yo estábamos en una discoteca, la vi.
Destacaba entre la multitud, como un faro en la oscuridad. Por eso captó la atención de todos, especialmente de los chicos. Hermosa, con cabello largo, una sonrisa suave y ojos azul cielo. Me enamoré de ella a primera vista. Me llevó seis meses conquistarla. Salimos durante un año y luego nos casamos. Poco después, nació nuestro maravilloso hijo. Le agradecí a mi esposa mil veces por hacerme tan feliz.
La llevé en mis brazos e hice todo para compartir todos los desafíos de la maternidad y la depresión posparto con ella. Cuando sostuve a mi hijo por primera vez, sentí emociones únicas. Fue entonces cuando me di cuenta de que era la persona más importante de mi vida. Traté de ayudar a mi esposa con las tareas del hogar a pesar de mi trabajo exigente que consumía mucho de mi tiempo y energía.
Sin embargo, a veces tenía que hacer viajes de negocios y dejarlos solos. Mi esposa tenía una costumbre peculiar: hablaba mientras dormía. No decía palabras aleatorias y aisladas, sino frases completas. Gracias a esto, aprendí la verdad. Esa noche escuché esto: ‘Mykito, siempre te he amado. Tu esposo no descubrirá nada; estate tranquilo’.
Estas palabras despertaron en mí la sospecha de que tal vez no sea el padre biológico de mi hijo. No conocía a ningún Mykito, lo que significaba que mi esposa me estaba ocultando algo, indicando que algo estaba mal. No confronté a mi esposa porque no tenía evidencia. Pero al día siguiente, me hice una prueba de paternidad. Mientras esperaba los resultados, apenas podía contener mis emociones.
Mi esposa notó que algo no iba bien en mí, pero usé dificultades relacionadas con el trabajo como excusa. La prueba dio negativa. No soy el padre biológico de mi pequeño. Durante seis años, crié al hijo de otra persona. Y ahora estoy en un dilema.
Por un lado, no puedo quedarme en silencio y perdonar esta traición. Por otro lado, no puedo imaginar mi vida sin mi hijo; él es mi todo. Y amo profundamente a mi esposa también.»